Carta a un Joven Poeta (1903) (Fragmento)
Usted pregunta si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Anteriormente
le preguntó a otros. Los lleva a las revistas. Los coteja con otros,
y se preocupa porque algunas reacciones los rechazan. Entonces (como usted me
ha permitido aconsejarlo), le suplico que abandone eso. Usted mira hacia fuera
y, es precisamente lo que no debe hacer ahora. Nadie puede aconsejarlo ni ayudarlo,
nadie. Solamente existe una manera: entre en si mismo. Descubra el fundamento
que lo lleva a escribir; investigue si tiene raíces en el lugar mas profundo
de su corazón; reconozca si para usted sería necesaria la muerte
en caso de ser privado de escribir. Esto ante todo: pregúntese en la
hora mas callada de la noche: ¿debo escribir?. Busque en lo mas profundo
de si mismo la respuesta. Y si esta es afirmativa, si enfrenta esta grave pregunta
con un seguro y sencillo "debo", siendo así, edifique su vida
conforme a tal necesidad: su vida, aún en la hora mas insignificante
y pequeña, debe ser signo y testimonio de ese acto. Entonces, trate de
expresar como el hombre primigenio lo que ve y siente, lo que ama y pierde.
No escriba poesías de amor; sobre todo, apártese de las formas
demasiado comunes y que se encuentran con facilidad: son las mas difíciles,
porque se necesita mucha madurez para aportar algo propio donde existen en cantidades
buenas y, en parte, sobresalientes tradiciones. Por tal motivo, líbrese
de los motivos generales y tome los que le ofrece su diario devenir. Muestre
sus tristezas y deseos, los pensamientos que acuden a su muerte y su fe en algo
bello; muestre todo eso con profunda sinceridad interior, serena, sumisa, y
para expresarse, use los objetos de su entorno, imágenes de sus sueños
y las cosas esenciales de sus recuerdos. Si su vida cotidiana le parece pobre,
no la culpe, cúlpese a usted mismo, reconozca que no es lo suficiente
poeta para encontrar en ella sus riquezas. En los creadores no cabe la pobreza,
ni los lugares pobres e indiferentes. Y aunque usted
estuviera en una cárcel sin poder percibir los rumores del mundo exterior, ¿no tendría siempre su infancia, esa riqueza preciosa, grandiosa, fuente inagotable de recuerdos?. Regrese a ella su mirada. Intente aflorar las brumosas sensaciones de tan inmenso pasado; se fortalecerá su personalidad, se acrecentará su soledad y se hará un lugar a la sombra, en el cual, el estrépito de los otros pasa de largo y lejano. Y si ese regreso a lo interior, de ese adentrarse a su propio mundo brotan versos, no acuda a nadie para saber si sus versos son "buenos". Tampoco intentará que las revistas literarias se interesen en sus trabajos, pues los verá como una preciosa propiedad natural, un pedazo y una voz de su vida. Una obra de arte es buena cuando surge de la necesidad de crearla. En esa naturaleza de origen está implícito el juicio: no hay otro. Por eso, mi querido señor, no podría darle otro consejo que este: penetrar en si mismo y encontrar las cosas mas profundas de su vida. Esa es la fuente en la cual usted encontrará la respuesta a su pregunta si debe crear; tómela como suene, sin explicaciones. Tal vez suceda que usted está llamado a ser artista. Si es así, acepte su destino y llévelo con su sufrimiento y su grandeza, sin preguntar jamás por la recompensa que hallará afuera. Pues el creador debe ser un mundo en si mismo, encontrar todo en si y en su propia naturaleza (...)
estuviera en una cárcel sin poder percibir los rumores del mundo exterior, ¿no tendría siempre su infancia, esa riqueza preciosa, grandiosa, fuente inagotable de recuerdos?. Regrese a ella su mirada. Intente aflorar las brumosas sensaciones de tan inmenso pasado; se fortalecerá su personalidad, se acrecentará su soledad y se hará un lugar a la sombra, en el cual, el estrépito de los otros pasa de largo y lejano. Y si ese regreso a lo interior, de ese adentrarse a su propio mundo brotan versos, no acuda a nadie para saber si sus versos son "buenos". Tampoco intentará que las revistas literarias se interesen en sus trabajos, pues los verá como una preciosa propiedad natural, un pedazo y una voz de su vida. Una obra de arte es buena cuando surge de la necesidad de crearla. En esa naturaleza de origen está implícito el juicio: no hay otro. Por eso, mi querido señor, no podría darle otro consejo que este: penetrar en si mismo y encontrar las cosas mas profundas de su vida. Esa es la fuente en la cual usted encontrará la respuesta a su pregunta si debe crear; tómela como suene, sin explicaciones. Tal vez suceda que usted está llamado a ser artista. Si es así, acepte su destino y llévelo con su sufrimiento y su grandeza, sin preguntar jamás por la recompensa que hallará afuera. Pues el creador debe ser un mundo en si mismo, encontrar todo en si y en su propia naturaleza (...)
Rainer María Rilke, (Praga, 1875 - Valmont, 1926). Escritor checo en lengua
alemana. Fue el poeta en lengua alemana más relevante e influyente de la
primera mitad del siglo XX; amplió los límites de expresión de la
lírica y extendió su influencia a toda la poesía europea. Compuso su obra lírica Libro de horas (1905) formada por los títulos Libro
primero, el libro de la vida monástica; Libro segundo, el libro de la
peregrinación; Libro tercero, el libro de la pobreza y de la muerte
que remite a las antologías medievales de plegarias privadas; Canto de amor y muerte del alférez Cristobal Rilke, y posteriormente Los cuadernos de Malte Laurids Brigge.
Aquejado por una crisis interior empezó de nuevo a viajar mucho, a
África del Norte (1910-1911) y a España (1912-1913). En 1911 y 1912,
invitado por la princesa Marie von Thurn und Taxis, residió en el
castillo de Duino (Trieste), escenario en el que surgieron las que
denominó precisamente Elegías de Duino. Durante
la Primera Guerra Mundial vivió la mayor parte del tiempo en Munich. En
1916 fue movilizado y tuvo que incorporarse al ejército en Viena, pero
pronto fue licenciado por motivos de salud. De esos años es la intensa
relación amorosa con la polaca Baladine Klossowska, madre de P.
Klossowski y del pintor Balthus, presuntos hijos naturales nunca
reconocidos por el poeta. Tras la guerra residió en Suiza y en 1922
vivió en el castillo de Muzot, donde finalizó las Elegías. Murió de leucemia, tras una larga y dolorosa agonía, en el sanatorio suizo de Valmont.
Poeta leído por Javier Galarza en el Primer Festival de Poesía en la Escuela.
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