SI YO FUERA
YO
de Revelación de un Mundo
Cuando no sé dónde guardé un papel importante y la búsqueda se revela inútil, me pregunto: ¿si yo fuera yo y tuviera un papel importante para guardar, qué lugar elegiría? A veces resulta. Pero muchas veces me quedo tan presionada por la frase “si yo fuera yo”, que la búsqueda del papel se vuelve secundaria, y empiezo a pensar. Mejor dicho, a sentir. Y no me siento bien. Pruebe: si usted fuera usted, ¿qué haría? De inmediato uno se siente intimidado: la mentira en que nos acomodamos resultó ligeramente corrida del lugar donde se había acomodado. Sin embargo, ya leí biografías de personas que de repente pasaban a ser ellas mismas, y cambiaban por completo de vida. Creo que si yo fuera realmente yo, los amigos no me saludarían en la calle porque incluso mi fisonomía estaría cambiada. ¿Cómo? No sé. La mitad de las cosas que yo haría si fuera yo, no las puedo contar. Creo, por ejemplo, que por cierto motivo acabaría presa en la cárcel. Y si yo fuera yo daría todo lo que es mío, y confiaría el futuro al futuro.“Si yo fuera yo” parece representar nuestro mayor peligro al vivir, parece la entrada nueva a lo desconocido. Pero tengo la intuición de que, pasadas las primeras llamadas locuras de la fiesta que sería, tendríamos al final la experiencia del mundo. Bien sé, experimentaríamos finalmente a pleno el dolor del mundo. Y nuestro dolor, aquel que aprendimos a no sentir. Pero también seríamos a veces invadidos por un éxtasis de alegría pura y legítima que no logro adivinar. No, creo que ya estoy de algún modo adivinándola porque me sentí sonriendo y también sentí una especie de pudor, el que se tiene ante lo que es muy grande.
Clarice Lispector, narradora brasileña nacida en Ucrania en 1920, de pequeña se
trasladó con su familia a Recife. Después se instaló en Río de Janeiro, donde
estudió derecho. Estuvo en Nápoles, trabajando en el hospital de la Fuerza
Expedicionaria Brasileña, y después en Suiza y Estados Unidos. Su primera
novela, escrita a los 24 años, Cerca del corazón salvaje (1944) la hizo
merecedora del premio Graça Aranha. Después de publicar La manzana en la
oscuridad (1961), despertó el interés de la crítica literaria, que la situó,
junto con João Guimarães Rosa, en el centro de la ficción de vanguardia. En el contexto de
la nueva literatura brasileña, su obra se destaca por la exaltación de la
vivencia interior y por el salto de lo psicológico a lo metafísico. De su
vasta producción literaria, desde La ciudad sitiada (1949) hasta La
bella y la bestia (1979), merecen recordarse los cuentos Lazos de
familia (1960, traducidos al español por Cristina Peri Rossi en 1988), La
legión extranjera (1964), y las novelas La imitación de la rosa
(1973), Agua viva (1977), La hora de la estrella (1977) y Un
soplo de vida (póstuma, 1978). Murió en Río de Janeiro en 1977.
Leído por Claudia Masin en el Primer Festival de Poesía en la Escuela:
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